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Los 3 héroes que cambiarán el mundo

«Movie heroes» by 1Uplego

Una buena noticia: Cambiar el mundo es posible! La no tan buena es que requiere un esfuerzo individual e intransferible, nadie puede hacerlo por nosotros.

Cambiar el mundo es una tarea heroíca para la que estamos dotado de grandes poderes. Y todo enorme poder conlleva una enorme responsabilidad. El cambio empieza por uno mismo, aceptando la responsabilidad y asumiendo el papel de héroe.

Cada persona atesora en su interior 3 héroes complementarios para afrontar la titánica tarea de cambiar el mundo que nos rodea:

1. El héroe votante. El más conocido. Un héroe venido a menos, capaz de aupar o derrocar gobiernos a través de un acto tan nimio como la introducción de una papeleta en una urna, pero inherme a la hora de hacer cumplir las promesas y programas de aquellos por los que ha votado.

Más aún, el héroe votante es seducido a menudo por la llamada del «voto útil», el cual limita su poder real. Y sus heroicidades son tan espaciadas en el tiempo, que a menudo se plantea la misma existencia y validez de su poder.

Con todo, es un héroe necesario para conservar la limitada democracia, la cual le otorga su poder durante quince días cada cuatro años, para arrebatárselo justo después.

2. El héroe ciudadano. Un «rara avis» en los últimos 30 años, ha renacido de sus cenizas al calor de fenómenos como el 15M, las preferentes, la crisis humanitaria de los deshaucios…

Según la wikipedia, «miembro de la comunidad organizada que le reconoce la cualidad para ser titular de los derechos y deberes propios de la ciudadanía, quedando obligado, como ciudadano, a hacer que se cumplan».

Como ser social, el héroe ciudadano se relaciona y ejerce influencia sobre otros héroes de su misma clase para reinvidicar causas comunes. Asociado con otros, el héroe ciudadano se ha mostrado implacable a la hora de llegar a donde el votante no puede, haciendo valer el poder de las multitudes organizadas frente al de las élites.

3. El héroe consumidor. Tal vez el más desconocido, y a la vez el más poderoso por la actual influencia de los mercados sobre los gobiernos y sus gobernantes.

Con sus actos cotidianos, el héroe consumidor  puede  moldear un determinado modelo social, económico y medioambiental. El consumo de energía, telecomunicaciones, alimentos o servicios financieros determina en gran medida el mundo en el que vivimos. Basta con abrir los ojos y plantearse qué sociedad queremos para empezar a ejercer el papel de héroe consumidor.

Una vez conocidos y reconocidos los héroes que llevamos dentro, el siguiente paso es quitarnos el disfraz de apatía, lucir nuestro traje de héroe preferido y salir a pasear, correr o volar en busca de los villanos que nos impiden alcanzar el mundo que queremos.

Sé tu propio héroe, nadie va a hacerlo por ti.

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Son hombres contra hombres, estúpido!

– Pero, ¿hasta dónde llega? ¿A quién le podemos disparar? A este paso me muero antes de poder matar al que me está matando a mí de hambre.

– No sé. Quizá no hay nadie a quien disparar. A lo mejor no se trata en absoluto de hombres. Como usted ha dicho, puede que la propiedad tenga la culpa. Sea como sea, yo le he explicado cuáles son mis órdenes.

– Tengo que reflexionar -respondió el arrendatario-. Todos tenemos que reflexionar. Tiene que haber un modo de poner fin a esto. No es como una tormenta o un terremoto. Esto es algo malo hecho por los hombres y te juro que es algo que podemos cambiar.

«Las uvas de la ira», John Steinbeck, 1939

En el mundo en el que vivimos, la economía es la única variable de una ecuación donde se omite a las personas. El capital financiero sustituye al capital humano, lo invisibiliza, para deshumanizar la actividad económica y negar la dignidad de las víctimas, daño colateral de la obligatoria rentabilidad. Así se logra además enmascarar a los verdugos bajo una negra capucha, otorgada por sus amos sin nombre, cara ni ojos. Sucedía en los años 30, y sucede ahora.

En España, la deuda se ha sacralizado como el tótem de una nueva religión. «Los mercados» son el nuevo dios: cruel, impasible, sin compasión. La reformada Constitución prioriza en su artículo 135 el pago de los intereses y principal de la deuda por delante de la sanidad, educación o bienestar social:

Los créditos para satisfacer los intereses y el capital de la deuda pública de las Administraciones se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos de sus presupuestos y su pago gozará de prioridad absoluta.

En España, no hay responsables, no hay culpables. Tal vez, «puede que la propiedad tenga la culpa». Banqueros, políticos, empresarios… Se generaliza la culpa, se diluye en el colectivo, y nadie paga. Pagamos todos.

Sin embargo, «los mercados» no son un dios invisible e inalcanzable, sino personas, hombre y mujeres, igual que nosotros. En ocasiones, la sociedad civil, anestesiada, fiel a la religión de la deuda, rendida a sus encantos y facilidades durante décadas, se rebela y organiza para marginar a los esbirros sin capucha.

Los bancos son intocables pero los banqueros son personas a las que pedir responsabilidades. Vamos a por los banqueros. Porque los responsables tienen nombres y apellidos y deben pagar por sus actos.

15MpaRato, 2012

Sólo son hombres contra hombres. Cada cual debe elegir su bando.

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