Tras encontrarme con un libro de título sugerente, «Descifrar las smart cities», resultado de la tesis universitaria de Manu Fernández, lo he comprado tras leer la muestra gratis para Kindle, con párrafos como los siguientes:
«No existe la smart city (SC) tal como se ha presentado en el discurso más establecido y que ha sido dominante en los últimos años. La consiguiente sensación de desilusión empieza a aparecer ante la frustración que genera un movimiento con tan pocos resultados prácticos»
«en un delicado contexto económico e institucional para las ciudades de nuestro entorno más cercano, la propuesta de la smart city ha sido acogida con un entusiamos mucho mayor que en otros lugares […], convirtiéndose en un recurso discursivo predominante como modelo urbano de solución a la crisis, especialmente en una de sus argumentaciones básicas, la eficiencia»
«La SC ha funcionado así como discurso-promesa para ofrecer una vía de salvación a la situación generalizada de depresión de las políticas y la financiación municipal en regiones que sufrían de un duro ajuste en sus expectativas.»
Ver pensamientos propios reflejados en otras mentes más pensantes, instruídas y científicas, reconforta.
Mejorar la eficiencia en servicios públicos municipales sí es posible gracias a tecnología «smart», con sensórica y sistemas de información, pero no es más que una gestión digitalizada ya avanzada en muchos otros ámbitos. Todavía sigue sin materializarse aquella promesa de la inteligencia automática, casi mágica, fundamentada en el big data y el machine learning. La «smart city» sigue siendo una etiqueta de discurso-promesa.
Anticipo una lectura apasionante.