De Zapatero a Rubalcaba, primaria involución democrática

En julio del 2000, el ex-presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero accedía a la Secretaría General del PSOE, tras un 35 congreso federal donde se impuso por sorpresa, y escaso margen (9 votos), a José Bono y otras 2 candidatas (Matilde Fernández y Rosa Díez).

Zapatero inició aquel «cambio tranquilo» tras la debacle de unas elecciones generales, en las cuales el PP obtuvo una amplia mayoría absoluta de la mano de Jose María Aznar. Con ello, los delegados socialistas otorgaban el liderazgo a un militante poco conocido para el gran público, en contra de la inercia y la opinión de los barones regionales del partido. Ganó las elecciones generales en 2004 y 2008.

En abril de 2011, tras confirmar su largamente esperada renuncia a optar a un tercer mandato, el anuncio de primarias se truncó con la renuncia de Carme Chacón, entre lágrimas, a favor de Rubalcaba, para «salvaguardar la unidad  del partido».

Pocos meses después, la mayor debacle del PSOE en unas elecciones generales, forzaba a re-abrir el proceso de primarias para elegir un nuevo secretario general y, presumiblemente, candidato socialista a la presidencia del gobierno. De nuevo, sólo Rubalcaba y Chacón se postulaban y el primero, de forma ajustada (22 votos), se llevaba el gato al agua. Y hasta aquí el (no tan) breve resumen de historia.

Y a partir de aquí las preguntas y la opinión: ¿Cómo es posible que, basado en la experiencia, la debacle no implique necesariamente la reconstrucción? ¿Cómo es posible que, tras asistir a la aceptación social del movimiento 15-M y otros similares en todo el mundo, unas primarias sigan reducidas al voto secreto de 900 y pico delegados?

En primer lugar, si ante un desastre electoral mayor incluso que el del 2000, un partido no intenta repetir el éxito innegable de un cambio radical de líder/es, significa que la inercia y el status-quo se imponen sobre la heurística. El ego de los individuos ante la sabiduría invisible del colectivo.

En segundo lugar, los principales partidos políticos españoles (PSOE, PP, …) siguen desconectados de la sociedad, porque su propia organización interna se basa en superados esquemas de democracia representativa y repartos de ego y poder. Si no cuenta ni escuchan a su militancia de forma directa, ¿cómo podrían atender a la ciudadanía sino a través de interfaces tamizados por lobbies de opinión y poder?

No todo es ceguera, pero sí es un mal extendido. Dentro del propio PSOE, el movimiento «Bases en Red» exigía el sufragio universal para la elección del secretario general socialista, y el desconocido candidable Antonio Quero afirmaba: «el futuro de la democracia es la democracia participativa y deliberativa, en complemento de la representativa».

Las primarias del PSOE han supuesto una involución de las primarias y de la democria española. Lo han sido tanto por no atender a éxitos pasados y confíar en los culpables del desastre para diseñar el futuro, como por seguir necesitando interaccionar con unos pocos cientos representando a cientos de miles, o millones.

El sistema está roto. Si los partidos mayoritarios no desean ni son capaces de evolucionar su democracia interna, los nuevos partidos deberán medrar para llevar el progresismo también a los sistemas de elección y representación. Necesitamos sumar la democracia participativa a la democracia española, o seguirá siendo una democracia en minúsculas.

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3 comentarios en “De Zapatero a Rubalcaba, primaria involución democrática

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