Durante la II Asamblea Federal de EQUO, celebrada en Madrid el pasado fin de semana, participé en las sesiones presenciales del grupo de trabajo sobre la ponencia política -estrategia del partido los próximos 2 años-, cuyo resumen y conclusiones fueron publicados en la web (pdf) tras su aprobación en plenario.
A destacar, varias discusiones semánticas, sobre si emplear unas u otras palabras, para difundir objetivos y con consecuencias sobre la comunicación. ¿Es mejor utilizar términos conocidos, o vale la pena optar por un mensaje más sofisticado?
Con seguridad, lo primero es más eficaz. La «casta» de Podemos es un buen ejemplo de término protesta, exitoso por ser capaz de resumir de forma sencilla una posición contraria a la élite política actual, entendida y compartida por una mayoría.
Siguiendo esta línea, aunque jugando en la liga fácil de vender, difícil de comprar, en EQUO optamos por la vigencia mediática del término «cambio climático» -presente en los medios durante los últimos meses, debido a la situación de tragedia medioambiental a la que nos enfrentamos-, de forma prioritaria sobre «cambio global«, más preciso pero menos conocido.
Por otro lado, el debate más extenso se originó alrededor de la utilización o no del término «buen vivir«, desconocido para el gran público. Y finalmente se impuso, llegando al título de la ponencia:
EQUO ante los retos de hoy y mañana: equidad, sostenibilidad y democracia.
Un modelo para el “buen vivir”
¿Por qué el riesgo -o la ingenuidad, dirían algunos- de sustentar la estrategia política en un concepto tan poco conocido?
En primer lugar, «buen vivir» se refiere a «satisfacer las necesidades de una vida digna, en consonancia con los límites del planeta». O dicho de otro modo, una existencia sostenible en un planeta con recursos finitos. ¿Acaso no es de sentido común?
En segundo lugar, EQUO tiene como misión la creación de un espacio político verde en España, equivalente al de otros países europeas con mayor conciencia medioambiental. En ocasiones, para generar espacios nuevos deben utilizarse términos nuevos, capaces de explicar el sentido de la necesidad en sí misma.
Por último, el «buen vivir», como concepto, mejora a mi juicio otros menos afortunados como «decrecentismo» o «antiproductivismo». EQUO es ecología política, y ello implica ser capaces de alejarse de la dialéctica izquierda-derecha (Estado vs mercado, individuo vs colectivo), y ser capaces de explicar la validez y necesidad de un nuevo eje: productivismo vs sostenibilidad.
Ser pioneros en la utilización de algunos términos puede llenar nuestra espalda de flechas, como la de aquellos aventureros recién llegados al Oeste, o quizás reforzarnos como los abanderados del cambio necesario, hacia el sentido común de un desarrollo sostenible. El «buen vivir» es una apuesta, con el riesgo inherente de toda apuesta, pero coherente y lógica.