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Posts sobre política

De la cultura del cemento a las inversiones rentables

En la época del cemento, toda ciudad anhelaba su Guggenheim y todo alcalde o alcaldesa sus tijeras cortando cintas. Nada mejor que una placa conmemorativa con su nombre en el nuevo y deslumbrante whatever.  Cuánto más grande, en coste y superficie, como el burro, mejor. Ande o no ande. Los euros de tod@s no son de nadie. Y todo nuevo whatever, por nuevo, es en potencia el mejor handerklander del mundo mundial. Nos situará en el mapa, nos verán desde la Luna. «Póngame usted cuarto y mitad de Guggenheim, o mejor, dos». Ya pensaremos después en usos, gastos e ingresos. «¿Rentabilidad -económica, social y medioambiental-? ¿Sosteni-what? Pero hombre, ¿cuánto vale ser visto desde la Luna?».

A los que la vida nos ha obligado a saber sumar y restar, porque al final de mes había que pagar sueldos, nos cuesta demasiado entender la cultura del cemento y su modelo de negocio: Construir infraestructuras sin evaluación pre ni post. «Humanizar» calles. Incrementar deuda hasta convertirla los intereses y amortización en la segunda o tercera partida en el presupuesto. Bajar impuestos, o al menos comprometerlo, para compensar la frustración. Cortar más cintas… Y en año electoral triplicar el gasto en prensa y publicidad para vestir al rey desnudo. «Somos un ejemplo de gestión: Un nuevo y flamante handerklander, n-cientas rehumanizadas aceras…» Y dos huevos duros.

Y con todo, la cultura del cemento no estaba muerta, estaba de parranda. Grandes gestores confían en volver a la decada pasada, como si fuera posible antes, ahora o nunca. ¿En qué medida mejora la sostenibilidad -económica, social y medioambiental- de una sociedad remozar aceras o inaugurar nuevas instalaciones sin asegurar siquiera el mantenimiento y uso de las ya existentes? «¿Rentabili-what? Si Pepito proyecta un handerklander de 100 millones, ¿cómo va a conformarse nuestra ciudadanía con uno de 20 o 30? Cállese usted la boca y acérqueme unas tijeras!» Si Pepito se tira de un puente… decía mi madre.

En las preocupaciones de la sociedad española recogidas mensualmente por el CIS, el pódium es: (1) paro, (2) corrupción y fraude, (3) economía. Las nuevas infraestructuras y las humazaciones de calles no permiten atajar esas preocupaciones. Sólo maquillan paro y economía, pero de forma temporal e insostenible, porque no generan recursos. El maquillaje nos hace vernos mejor ante el espejo, sí, y el cemento nos mantiene distraidos mientras llegan las siguientes elecciones. «¡Quiero portada a 3 columnas sobre la belleza del nuevo traje del rey (desnudo)!»

Lo bueno del ecologismo en estos días es que para mantener el equilibrio con el medio ambiente, debemos crear empleo y mejorar la economía. La sostenibilidad genera nuevos recursos. Su modelo de negocio es, valga la redundancia, sostenible, a través de inversiones rentables. A día de hoy, #noHayEconomíaSinEcología.

En un próximo post, citaré referencias de acciones sostenibles a nivel municipal, proyectos que generan nuevos recursos y empleo a través del ahorro y la eficiencia. Inversiones rentables económica, social y medioambientalmente. Menos handerklanders y más sentidiño. Stop cemento.

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Borrador «Sabes canto pagas polo lixo e por que?»

Dentro da partida de concienciación ambiental ligada ao contrato de lixo e limpeza viaria, temos a intención de enviar un cartaz informativo encetado na factura de auga, a cal chega a máis de 50.000 fogares e negocios en Compostela.

Os contidos do cartaz serían sobre a taxa do lixo, os costes e o porqué dos mesmos, con datos e mensaxes presentados a través de infografías. Un borrador dos contidos a continuación:

Cartaz “Sabes canto pagas polo lixo e por que?”

Sabes canto pagas pola recollida e o tratamento do lixo que xeras no teu domicilio?

Cada ano pagas 74,04 euros, o que supón 6,17 euros ao mes. Se superas os 10 metros cúbicos de consumo de auga tes que abonar un extra.

Sabes canto lle custa ao Concello este servizo?

En 2015 pagámoslle a Urbaser 3,7M€ pola recollida, a Sogama 2,9M€ polo tratamento, e a Viaqua 0,23M€ pola emisión de recibos e recadación do lixo. En total, custoulle ao Concello case 7M€.

Sabes como podemos reducir custos?

Moi fácil: o Concello paga polo lixo do contedor verde, e ingresa polo recollido nos contedores amárelo, azul e verde, sempre que neles haxa o tipo de residuo que ten que haber. Canto máis e mellor se utilicen os contedores de recollida selectiva, menos custará o servizo.

Sabes como che vai beneficiar a ti que o Concello reduza o gasto no servizo?

O que pagas pola recollida do lixo non é un imposto, é unha taxa. O seu obxectivo é únicamente cubrir o custo do servizo prestado. Así que se o Concello paga menos, vaiche cobrar menos, por lei.

Sabes que en Compostela temos moito que mellorar na recollida selectiva?

En Santiago depositamos menos dun 13 % dos residuos nos contedores de recollida selectiva. A obriga fixada pola Unión Europea para 2020 é do 50 por cento. Outras cidades xa case o conseguiron.

Polo peto e tamén polo medio ambiente, axúdasnos a que Compostela non se quede á cola?

Lembra: a recollida selectiva só ten vantaxes
Usa ben os contedores:
O amárelo para envases lixeiros e latas.
O azul para papel e cartón.
O iglú verde para o vidro.

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Smart city, del milagro de los panes y los peces

La smart city de los cuentos de hadas incluye la magia de la inteligencia autónoma. Combinando una cantidad ingente de datos provenientes de múltiples fuentes, la ciudad  mejoraría de forma automático-mágica la eficiencia de los servicios públicos y la calidad de vida de su ciudadanía. Receta de buzzwords:
Big data + sensorización + algoritmia + cloud =  milagro de los panes y los peces.

Líbreme el señor supremo de los 0’s y los 1’s de renegar de la palabrería tecnológica que traerá el paraíso prometido a la tierra. No seré yo quien niegue la evolución posible asociada a la inversión en tecnología. En cierto modo, me va el pan en ello. El lenguaje Klingon de n buzzwords por frase es mi idioma preferido, para algo tenía que servir aquella estancia en San Diego! Con todo, entre el coche volador del futuro y la carretilla de papeles del presente, existen múltiples estadíos intermedios. Para subir del primero al segundo, no hace falta un ascensor supersónico, ni el teletransporte del Enterprise.

Tras años de fantasía con etiquetas smart hasta en las cajas de cereales y ruedas de prensa prometiendo el Dorado, tras millones de euros invertidos en tecnología y plataformas para publicar datos sobre la calidad del aire en Twitter, empezamos a ver resultados tangibles asociados a la gestión y control de calidad de los servicios públicos en concesión.

En la privatización de servicios públicos, una administración local licita un contrato por 3-5-10 años, con unas cláusulas de servicio que ni puede ni sabe fiscalizar. El beneficio de la concesionaria se sustenta en el legítimo retorno del capital invertido, más el amplio margen de condiciones insatisfechas por las que nadie va a preguntar. Existe un gap entre lo que la concesionaria debería hacer según las condiciones contractuales, y lo que la administración local es capaz de verificar. En síntesis, la ineficacia de la administración se convierte en beneficio extra de la empresa concesionaria.

En este punto, es donde las aplicaciones verticales de las plataformas smart city pueden compensar la inversión. La sensorización de activos municipales y la automatización de la recogida de datos permite definir la prestación del servicio público en base a indicadores, por lo cual la empresa concesionaria cobraría por el servicio realmente realizado.

En una conversación de hace pocos días, un responsable municipal de un ayuntamiento similar a Santiago de Compostela, me contaba la receta aplicada en la contratación de recogida de residuos y limpieza viaria: Pliego de mejora continua con facturación variable en base a Indicadores cuantitativos, recogidos por sensores, y parte cualitativa bien/mal/regular para determinar el porcentaje de pago. Todo ello basado en un sistema smart city de mercado.
El resultado: Más de un 20% de ahorro sin tocar salarios. (Y un 20% de 9M€/año es mucho dinero en una ciudad de menos de 100.000 habs)

Con todo, la clave no es la tecnología -nunca lo es- sino contar con el liderazgo y el capital humano para: primero, elaborar un pliego válido y “a prueba de bombas”; segundo, gestionar la relación pre y post con los posibles prestadores del servicio; y por último, sistematizar el análisis de datos para capturar la eficiencia a beneficio de la ciudadanía.

Aún estamos lejos del futuro smart de cuentos de hadas, big data mediante, pero tenemos la oportunidad de dar el primer paso smart: Informatizar y sensorizar la prestación de servicios públicos, para transparentar y gestionar el pago en base a datos e indicadores.

Bienvenidos al futuro, póngame un milagro de panes y otro de peces.

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Smart city: Una visión de datos y ecologismo

El concepto smart city tenía todos los componentes que un representante público podría desear como bandera de marketing político: tecnología a borbotones, rebosante innovación y promesas de mágicas e inmediatas mejoras en la calidad de vida de sus conciudadanos y votantes. El SXXI por fin había llegado a las ciudades, y no habría representante que se precie que no hubiera querido surfear esa ola de modernidad digna de película.

A tener de los hechos, el Internet of Things (IoT) aplicado a las ciudades ha resultado un plato de cocción algo más lenta, a pesar de la olla exprés de las pasadas elecciones municipales. Sensorizar múltiples elementos de mobiliario urbano y recoger una cantidad ingente de datos en una plataforma no es, en sí mismo, algo que nos permita recuperar la inversión, ni mostrar mejoras inmediatas. Todo nuevo camino requiere, al menos, un paso atrás por cada dos hacia delante.

La relevancia de ser dueño de los datos

Cuando uno pregunta ingenuamente los ahorros y retornos en aquellas ciudades pioneras, además de espaldas cubiertas de flechas y evasivas, comparten promesas de futura eficiencia, basadas en el análisis de unos datos que antes eran propiedad de terceros.

A día de hoy, los principales servicios públicos a nivel local son gestionados, en general, por grandes concesionarias estatales: Agua, basuras, limpieza viaria, alumbrado público… Millones de euros adjudicados en pliegos al peso, repletos de condiciones de servicio que un ayuntamiento medio no tiene capacidad para medir ni fiscalizar.

La verdadera oportunidad del, en parte ya ajado, concepto de smart city es devolver la capacidad de control de los servicios públicos a sus verdaderos dueños: la ciudadanía. La propiedad de los datos permitirá modificar el modelo de relación con las concesionarias, evolucionando hacia el pago por prestación de servicios certificados basados en indicadores, recogidos y medidos de forma automática. En aquellos casos donde el servicio se remunicipalice, cambiaría el prestador, pero no el valor para el usuario.

Un caso de uso ecologista

Cuándo ha pasado el camión por mi calle a recoger la basura? Cada cuántos días se llena el contenedor de papel? Cuántas toneladas de residuos generamos y envíamos al gestor?

Más allá de ser capaz de responder a preguntas simples a través de la recogida automática de datos, apoyada en sensores, etiquetas RFID y otros inventos, el reto de la gestión de residuos sólidos urbanos (RSU) es doble:

  • Reducir el volumen de los residuos que se depositan en la bolsa negra, la fracción denomida restos, con un coste de gestión en Galicia de 80€/Tm, al cual hay que sumar el coste aún mayor de recogida.
  • Aumentar la cantidad y calidad de las fracciones reciclables: papel y cartón, vidrio, plásticos y envases, por los cuales en lugar de pagar, cobramos.

Nos capacita una plataforma de smart city para resolver estos retos? Por sí misma, no. La tecnología no va a lograr por arte de magia que el vecino del quinto consuma de forma responsable, ni que separe y deposite adecuadamente las fracciones.

Sin embargo, el poseer datos sobre qué vecindarios lo hacen mejor o peor, sí permitiría enfocar los esfuerzos de concienciación, pudiendo también premiar a aquellos que lo hagan bien… Cómo exactamente? Difícil saberlo a priori. Sin datos, no hay análisis posible.

La fórmula para la puesta en práctica se asemejería a la siguiente:

Datos + análisis + participación + corresponsabilidad = Sostenibilidad + ahorro

La inteligencia de una ciudad no es otra que la de todas y cada una de las personas que viven en ella. El verdadero reto es empoderar la inteligencia individual para convertirla en inteligencia colectiva, y utilizarla en pro del bien común.

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PSOE e PP son a mesma cousa

Unha das leccións aprendidas tras un mes e pouco no Concello de Santiago é que PSOE e PP son a mesma cousa, as súas propostas e intereses son idénticas, so cambian na forma de explicalo nos medios. 

Compostela Aberta (CA) foi a forza política máis votada nas eleccións de maio. No seu programa apostaba claramente pola Compostela Social, pola reducción da pobreza e da exclusión social, sendo un dos temas centrais da campaña a proposta da Rede Galega contra a Pobreza para Santiago:  Dobrar o investimento social, de 55€/hab/ano a 110€/hab/ano, chegando á media do resto de concellos galegos.

Cando nos vimos co PSOE de Paco Reyes o 4 de xuño, unha das súas 6 condicións para apoiar a investidura era incrementar x3 o gasto social. Ao PSOE non lle chegaba con dobralo, tal e como propuña CA, o PSOE esixía triplicalo: 160€/hab/ano en investimento social para 2019. Ah!, por fin volveron os socialistas? Non, era so un xesto de cara a galería, pura hipocresía (de pequenos a esto lle chamábamos «mentir», pero non é unha palabra politicamente correcta).

En números gordos:

  • O orzamento do Concello de Santiago en 2015 é de 102M€ [1], sen incluir as empresas municipais.
  • O investimento social en 2015 suma 5M€ [2], case o 5% do orzamento municipal anual.
  • A proposta de CA e A Rede Galega contra a Pobreza implica dobrar o gasto social, é dicir,
    5M€ máis. O PSOE esixía, en teoría, elevalo en 10M€.

O PP e o PSOE son o mesmo. A diferencia limítase ao que contan nos medios:

O PP vai de cara, é dicir, venden a falsa recuperación económica para defender a baixada de impostos. Total, menos ingresos públicos, menos servizos públicos, máis negocio. O seus grandes éxitos de xestión inclúen depuradoras que non depuran (Ferrol) e hospitais públicos con servizos privados (Vigo). Son cabezóns, pero van de cara, cara o austericidio. Foinos tan ben coa estratexia austericida…

O PSOE esixe publicamente o aumento do gasto social, tripicalo, pero rebaixando os ingresos fiscais. Gastar 10M€ máis cada ano nun orzamento total de 102M€, pero ingresando menos. Claro…. Déixame revisar o meu libro de matemáticas de 2º de EGB, a ver onde saía a operación «multiplicación dos panes e dos peces»… Hipocresía, cinismo, disfrazados cunha flor na palabra socialistas.

Compostela é a cidade galega:

  • Con maior renda per cápita, con diferencia.
  • Con menor tipo de IBI de Galicia. Por exemplo, Vigo ten un tipo do 0,90, Santiago do 0,54.
  • Con menor inversión social per cápita de 6 das 7 cidades [3].

É normal que o PSOE se afundira nas eleccións de maio en Santiago. Para apostar polo neoliberalismo e o austericidio, a xente prefire votar aos profesionais do PP, polo menos van de cara. Sendo unha mala copia do PP, os socialistas de Santiago están abocados á irrelevancia electoral.

O problema é que as 18.000 persoas en risco de exclusión e pobreza, as persoas que máis sufriron os efectos da crise e as políticas de debilitamento dos servizos públicos, non poden esperar outros 4 anos por unha maioría absoluta de CA.

O bo de ter sido xerente e administrador de empresas durante 13 anos na miña vida profesional anterior, é que sei que os números non minten, minten as persoas. Esperaba algo máis dos socialistas e da súa suposta socialdemocracia. Pensaba que aprenderan a lección. Era un  inxenuo. Welcome to the jungle.

 

Links a datos públicos:

[1] Orzamento de ingresos previstos para 2015 (pdf)

[2] Orzamento de gasto social en 2015: Asistencia social primaria + UMAD (Unidade municipal atención á drogodependencia) + Atención á Muller + Atención a persoas migrantes

[3] Inversión social per cápita das 7 cidades, ano 2013: Lugo, 157 €/hab/ano; Ferrol, 109 €/hab/ano; A Coruña, 95€/hab/ano; Ourense 85€/hab/ano; Vigo, 67€/hab/ano; Santiago, 56 €/hab/ano; Pontevedra, 49€/hab/ano. 

 

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Los 7 del patíbulo, la doble ex y La Urna Rota

7 ex-concejales del PP, condenados en primera instancia por prevaricación, han sido absueltos por la audiencia provincial. Habían aprobado el pago, con fondos públicos, de la defensa legal a otro concejal del PP imputado por tráfico de influencia, soborno y falsedad documental. Al primer juez le parecía delito, la instancia superior ha desautorizado su veredicto. Tal vez no sea delito, pero pagar con dinero de todos el abogado de un presunto corrupto, imputado en la operación Pokémon, es inaceptable.

La ex-concejal del PP en Santiago de Compostela y ex-portavoz del PP en el Parlamento de Galicia también ha recibido una noticia favorable: la fiscalía no aprecia delito de fraude ni tráfico de influencias. En una conversación telefónica publicada en prensa, se jactaba de inflar en 3.000 € un contrato para un empresario, también imputado en la operación Pokémon. De nuevo, podrá ser o no ser delito, aún falta que la sala se pronuncie sobre el informe del fiscal, pero es inaceptable.

Ahora exigen que se les pida perdón. Confunden responsabilidades penales con responsabilidades políticas. Intentan ocultar sus comportamientos con actos judiciales. Pagar la defensa de corruptos, o jactarse por teléfono de hinchar facturas, todo regado con fondos públicos, son actuaciones inaceptables en representantes electos, escandalosas. Deberían incapacitar a estas personas para optar de nuevo a gestionar fondos públicos.

¿Por qué la corrupción está tan arraigada en España? Algunas respuestas de “La urna rota”, el libro de Politikon:

“Es más sencillo establecer un acuerdo tácito de corrupción cuando el número de ojos que supervisan la tarea de los gobernantes es más reducido. Los controles y auditoría a que se ven sometidos los municipios pequeños y medianos son mucho menos exigentes que la atención que se presta a las cuentas de un ministerio”

“La evidencia empírica nos sugiere de forma clara que los sistemas donde los políticos electos tienen más libertad a la hora de contratar personal de forma arbitraria son aquellos donde más frecuente es la corrupción”

“la falta de tejido asociativo, de participación política en España, lleva aparejado un coste: básicamente, la falta de una fiscalización vertical”

Siniestro Total cantaba aquello de “la sociedad es la culpable, y a ti te encontré en la calle”. Sólo una sociedad movilizada y vigilante, participativa y corresponsabilizada en la gestión de la cosa pública, puede cambiar el sistema y los comportamientos de sus representantes electos.

¿Podemos cambiarlo a corto plazo? ¿Hay solución? También de “La urna rota”:

“El principal incentivo que un político tiene para mantener su honestidad es la posibilidad de perder las elecciones”

Si el PP vuelve a ganar las elecciones en Santiago de Compostela, la sociedad habrá emitido su veredicto: Carta blanca,  luz verde a otros 4 años de corrupción y vergüenza.

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Buen vivir y cambio climático, la «casta» de EQUO

Durante la II Asamblea Federal de EQUO, celebrada en Madrid el pasado fin de semana, participé en las sesiones presenciales del grupo de trabajo sobre la ponencia política -estrategia del partido los próximos 2 años-, cuyo resumen y conclusiones fueron publicados en la web (pdf) tras su aprobación en plenario.

A destacar, varias discusiones semánticas, sobre si emplear unas u otras palabras, para difundir objetivos y con consecuencias sobre la comunicación. ¿Es mejor utilizar términos conocidos, o vale la pena optar por un mensaje más sofisticado?

Con seguridad, lo primero es más eficaz. La «casta» de Podemos es un buen ejemplo de término protesta, exitoso por ser capaz de resumir de forma sencilla una posición contraria a la élite política actual, entendida y compartida por una mayoría.

Siguiendo esta línea, aunque jugando en la liga fácil de vender, difícil de comprar, en EQUO optamos por la vigencia mediática del término «cambio climático» -presente en los medios durante los últimos meses, debido a la situación de tragedia medioambiental a la que nos enfrentamos-, de forma prioritaria sobre «cambio global«, más preciso pero menos conocido.

Por otro lado, el debate más extenso se originó alrededor de la utilización o no del término «buen vivir«, desconocido para el gran público. Y finalmente se impuso, llegando al título de la ponencia:

EQUO ante los retos de hoy y mañana: equidad, sostenibilidad y democracia.
Un modelo para el “buen vivir”

¿Por qué el riesgo -o la ingenuidad, dirían algunos- de sustentar la estrategia política en un concepto tan poco conocido?

En primer lugar, «buen vivir» se refiere a «satisfacer las necesidades de una vida digna, en consonancia con los límites del planeta». O dicho de otro modo, una existencia sostenible en un planeta con recursos finitos. ¿Acaso no es de sentido común?

En segundo lugar, EQUO tiene como misión la creación de un espacio político verde en España, equivalente al de otros países europeas con mayor conciencia medioambiental. En ocasiones, para generar espacios nuevos deben utilizarse términos nuevos, capaces de explicar el sentido de la necesidad en sí misma.

Por último, el «buen vivir», como concepto, mejora a mi juicio otros menos afortunados como «decrecentismo» o «antiproductivismo». EQUO es ecología política, y ello implica ser capaces de alejarse de la dialéctica izquierda-derecha (Estado vs mercado, individuo vs colectivo), y ser capaces de explicar la validez y necesidad de un nuevo eje: productivismo vs sostenibilidad.

Ser pioneros en la utilización de algunos términos puede llenar nuestra espalda de flechas, como la de aquellos aventureros recién llegados al Oeste, o quizás reforzarnos como los abanderados del cambio necesario, hacia el sentido común de un desarrollo sostenible. El «buen vivir» es una apuesta, con el riesgo inherente de toda apuesta, pero coherente y lógica.

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La responsabilidad, Podemos y la España de los validos

En un entrevista del pasado junio en Público, Monedero -el llamado Alfonso Guerra de Podemos-,  venía a decir que no se atrevía a reprochar con dureza a la ciudadanía su inacción cuando la cosa «iba bien», a mediados de la primera década de este siglo. Las personas al borde la pobreza no eran el 24%, sino el 18%, pero como a la mayoría nos iba bien, podían robar unos y otros, y los demás tan felices.

«Yo me siento un regañón, como Anguita, pero no digo no hagas esto, o no hagas esto otro. Yo soy muy cuidadoso en mis charlas. A la gente le digo: cuando nos iba muy bien, cuando Curro veraneaba en el Caribe, aquí había 8 millones de pobres. Y lo dejó ahí» – [Monedero, en Público, junio 2014]

Monedero sabía que exigir responsabilidad y autocrítica a la colectividad, en política, no era ni es recomendable. La crítica cuesta votos, porque no nos gusta que nos recuerden que también hemos tenido parte de culpa, por acción o inacción. Es más cómodo pensar que el único culpable es otro: el político, el banquero, el adinerado…

«Confiamos en ellos y nos traicionaron». «Les otorgamos la responsabilidad y no estuvieron a la altura». «Debían gestionar el bien común y lo convirtieron en el suyo propio». Aún aceptando la validez parcial de estas protestas quejumbrosas, ¿dónde estábamos nosotros cuando todo eso pasaba?

En un evento público este recién finalizado viernes, con organizaciones y partidos «de izquierda», probablemente por despiste, pudo escucharse a un potencial candidato a algo, afirmando que todos somos en parte responsables de la situación actual.

«Saquemos la lectura correcta. Ellos no son mejores que nosotros, Y otra lectura más. **Todos somos responsables, en una u otra medida**.  La resignación en España ha sido política de Estado. ¿Por qué hemos dejado que nos gobiernen mediocres? Nos gobiernan mediocres porque nos hicimos mediocres» [Monedero, evento público en Asturias, 24 octubre 2014]

Generalizar la culpa y convertir en responsables a todos y cada uno es la estrategia del culpable astuto, la de aquél que pretende exparcir la responsabilidad hasta el punto de hacerla inapreciable. Si todos somos culpables, nadie lo es. Sin culpables, no hay castigo. Sin castigo, no hay motivo para mejorar conducta. Y con el mismo comportamiento y los mismos vicios, la rueda de la historia vuelve a girar con suma probabilidad de repetirse.

Siendo el que suscribe consciente del riesgo de este argumento, el de la responsabilidad -y por tanto culpabilidad- compartida, me reafirmo: Todos somos responsables, en una u otra medida, como decía Monedero. Tal vez él siendo consciente de que sin ahondar en ello, esa regañina será pasada por alto y no tendrá consecuencia electoral alguna.

Ciertamente, repito, la responsabilidad ha sido compartida, pero bien es cierto, el castigo ha sido tremendamente desigual: Unos han perdido sus hogares, otros piden en la calle o rebuscan en la basura… Y aquellos que actuaban como validos de la ciudadanía, consejeros de cajas o ex-ministros, se han jubilado sin renunciar a un ápice de sus millonarias costumbres.

La España de los validos, aquella donde los Austrias, por falta de capacidad o interés, elegían a un favorito para ejercer el poder en su lugar, mientras ellos se dedicaban al disfrute banal y desenfadado, es la España en la que hemos vivido los últimos años. Ante el riesgo de generalizar la culpa y no poder nombrar a los culpables, se contrapone el riesgo -mayor, más grave si cabe, trágico- de repetir la historia.

Como sociedad, delegamos nuestras responsabilidades en los profesionales de los partidos, para disfrutar de la vida de espaldas a la política y la gestión de la cosa pública. Exigiendo resultados rápidos, sin analizar ni querer conocer el cómo. Disfrutando de la vida cual cigarra social, y dando por sentado que el Estado se encargaría de proveer en cualquier circunstancia, olvidando que el Estado somos nosotros.

Y tras vivir la dolce vita sin responsabilidad política, al modo de los Austrias -como si todos fuéramos reyes en nuestra casa, la del felpudo Ikea que así lo atestigua-, nos despertamos abruptamente para descubrir que nuestros validos nos la habían jugado.

Debemos reconocerle a Podemos -como representante más mediático de otros movimientos anteriores y posteriores-, el haber sido capaces de despertar conciencias. Citando palabras de Pablo Iglesias: «La política, o la haces o te la hacen«. Y muchos parecen haber recogido el testigo.

Y sin embargo, el escéptico en mi interior todavía no puede discernir si esta sociedad está dispuesta por fin a corresponsabilizarse de la cosa pública, o sólo está buscando a través de Podemos un nuevo valido, para cederle el poder y volver a su dolce vita.

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Obligación, según el hijo de la ex de Pujol

¿Qué es «hacer lo correcto»? Algunos dirán que es subjetivo, dependiente del contexto. Yo afirmo que, casi siempre, «hacer lo correcto» es una decisión objetiva y evidente. Lo hacemos o no, elegimos entre «lo correcto» o cualquier alternativa, dependiendo de nuestra ética personal y valentía.

«Mi hijo me dice que hable, que es un delicuente y es mi obligación… que nos ha robado a todos los catalanes»

El texto es de un SMS de Victoria Álvarez, la ex del primogénico de Jordi Pujol, el correo familiar de maletas con dinero negro hacia Andorra y el más allá fiscal.

En respuesta a Jorge Moragas, jefe de gabinete de Rajoy y del PP, Victoria citaba a su hijo. «Es mi obligación…» le decía. Y ella se dejaba seducir, tal vez, por los intereses de España y los halagos del popular Moragas a su acción, digna de un monumento.

Probablemente, antes de declarar ante la policía y denunciar públicamente la corrupción del clan Pujol, mafiosos envueltos en capa de súper héroes del catalanismo, herededores de los prohombres que trajeron la democracia; Victoria, sopesaba las consecuencias de enfrentarse al poder y sus acólitos, estómagos agradecidos.

Las alcantarillas de un legado de años de dictadura y la naturaleza del ser humano, pragmático instinto de supervivencia, enfrentadas a la opinión de un hijo cualquiera, capaz de recordarle a la actriz de esta película de serie B, cuál era su obligación.

Tal vez sean los hijos los únicos capaces de gritar aquello de que el rey está desnudo. Los que dispongan de ética personal y valentía, por favor, den un paso al frente. El Estado nos ha mentido durante 35 años, y cada SMS privado expuesto a la luz, evidencia más lo oscuro e intrincado de sus catacumbas.

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Motivos de sobra

En la cola del súper, con mis 4 cosas de compra de última hora, me ha tocado esperar. Delante de mí, una madre, su hija y el abuelo de 80 años con audífono. El abuelo sujetaba a la niña, con diversidad funcional, para que no se cayera. Han tardado, mucho, porque el abuelo no estaba muy ágil ni escuchaba bien, y la madre no tenía manos para todo: pagar la compra, sujetar la niña, explicarle al abuelo… Han dividido su compra en dos. La madre ha pagado un parte, el abuelo otra, pero todo ha ido a la misma bolsa.

Al salir, en la puerta del súper, una mujer joven, menor de 30 por su aspecto, sostenía un cartel de cartón escrito a mano con fotos de sus gémelas. Decía algo de «darles una vida mejor».

A los 100 metros, un chico, de veintitantos supongo, vociferaba por su móvil mientras daba vueltas sobre si mismo sobre un trozo de acera. «Yo trabajar trabajaría por 1 € si fuera necesario, pero mi dignidad…»

No conozco sus historias, la de la madre, su hija y el abuelo con audífono; la de mujer joven y sus gemelas; la del chico vociferando al móvil… Las imagino, e intento recordar desde cuando sucede esto. A lo mejor ha sido siempre así, esas personas siempre han estado ahí y nunca las he visto, al menos en tan corto espacio y tiempo.

¿Por qué la gente se «mete en política» en lugar de ayudar a personas como estas? Tal vez porque es lo mismo, o porque se puede hacer una cosa y la otra; o porque  creen que en lugar de ayudar una a una, lo realmente necesario es cambiar la situación para evitarlo, en la medida de lo posible. No lo sé.

Indignarse es fácil, criticar es sencillo. Llevamos toda la vida haciéndolo. A una vecina, a un árbitro, a un equipo de fútbol… Tenemos tanta práctica… Ir a un bar, criticar algo o a alguien, acabarse la cerveza o el café, e irnos a casa. Mañana será otro día.

Construir, colaborar, eso es mucho más complicado. Requiere sacrificar algunas ideas propias,  pensar de forma diferente a cómo pensábamos. A veces implica relacionarse con gente hasta entonces desconocida, con la que no quedabas en el bar para tomar un café o una cerveza. Nos roba tiempo antes dedicado a otras cosas y a otras personas.

Cambiar las cosas es posible. Ha ocurrido ya, ocurre continuamente. Podemos leerlo en libros de historia, ver fotos de décadas atrás, o la peli de turno. Con el tiempo, todo muda, evoluciona. Pero nunca sucede nada por sí solo, siempre hay personas involucradas, las que pasan a la historia y las que no, anónimas.

Las cosas, el mundo, evoluciona porque algunas personas se esfuerzan por ello. Hay múltiples formas. Cómo consumimos, cómo ahorramos, de qué hablamos con los amigos, a quién votamos…

Las encuestas hablan de una abstención histórica el 25-M, el 60% del censo en España ni siquiera iría a votar. No hablamos de sacrificar tiempo y dinero, sino de ir a votar, sin más. Tal vez estemos todos ciegos, como en aquel libro de Saramago. Tal vez estemos todos ciegos y ni siquiera lo sepamos, porque sólo vemos lo que queremos ver.

Hay motivos de sobra para movilizarse, para sacrificar tiempo y dinero, para ser pesado en las comidas familiares y con los amigos, para lucir camisetas de partidos políticos o movimientos sociales, para hablar subido a una silla, para botar un balón y llamar así la atención de los viandantes, para repartir papelitos con mensaje en las plazas… Hay motivos de sobra para todo lo que pueda hacernos recuperar la vista. Y también, hay motivos de sobra para votar.

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